jueves, 19 de abril de 2012

Eurovegas: parque temático del neoliberalismo

Ensayo sobre las implicaciones urbanísticas del modelo Las Vegas y su encaje en nuestro territorio.


Por Sara González, profesora de Geografía en la Universidad de Leeds (Reino Unido).

La perpetuación de un modelo caduco


El megaproyecto Eurovegas de casinos, campos de golf, hoteles y centros de convenciones que el magnate americano Sheldon Adelson propone traer a España no es una aberración inaudita, sino uno más en la saga de megaproyectos que España ha coleccionado en los últimos años y que son la punta del iceberg del modelo económico que nos llevó a la crisis en primer lugar.  

Se trata del urbanismo del megaproyecto o del pelotazo, forma parte del repertorio más amplio del neoliberalismo, un conjunto de ideas sobre cómo organizar la economía que ha marcado a los gobiernos occidentales desde los años 70.

La idea clave del neoliberalismo es que el libre mercado es la mejor forma de organizar la economía y la sociedad, es decir, desde la Educación a la Sanidad, todo se debe dejar en manos de la iniciativa privada. Cualquier restricción al libre intercambio (léase controles sociales sobre el mercado) debe desmantelarse de acuerdo al pensamiento único: la maximización del beneficio y el crecimiento económico sin límites.

Esta lógica neoliberal crea por sistema disparidades sociales y económicas; los ricos son cada vez más ricos aumentando la brecha social en Occidente y entre Norte y Sur (de la mano de su hermana la globalización) y tiene consecuencias ambientales irreparables (“no se puede crecer infinitamente en un planeta finito”).

¿Cómo se aplica la ideología del neoliberalismo al urbanismo?


Según todas las informaciones que van llegando sobre el comúnmente conocido como Eurovegas, éste será otro parque temático más del neoliberalismo. Veamos cómo se concretan los rasgos del urbanismo neoliberal a través de este modelo.

Sabemos que el magnate Sheldon Adelson es un ferviente defensor del libre mercado. Ahora mismo sufraga con millones de dólares a los candidatos más reaccionarios de las primarias estadounidenses y es conocido por financiar fundaciones que promueven la ideología del libre mercado. Normal entonces que los políticos del PP o de CiU se encuentren a gusto en su compañía. Como decía una pancarta en una de las manifestaciones en contra del proyecto: “Eurovegas prefigura el país que el PP busca”.

Una condición clave del proyecto neoliberal es el abaratamiento del coste de trabajo, que es una rémora para el beneficio empresarial. No nos sorprende entonces que una de las razones por las que Adelson confiesa haber elegido España es por su alto nivel de desempleo que hace a las autoridades más dóciles a rebajar las condiciones laborales y a los trabajadores/as a aceptar sueldos mas bajos. Sabemos también que Sheldon Adelson tiene una especial antipatía por los sindicatos. Su casino en las Vegas es el único en el que no se permite a los trabajadores estar afiliados al sindicato Culinary 226 que agrupa a la mayoría de los trabajadores/as en Las Vegas. Para su complejo en España, Adelson ya ha especificado que se debería cambiar el Estatuto de los Trabajadores (a la baja, claro). Todo augura a unas condiciones de trabajo que dejan mucho que desear.

El libre mercado ¿para unos pocos?


La competición entre ciudades y regiones por atraer inversiones externas también es un síntoma típico del urbanismo neoliberal; es lo que estamos viendo entre Madrid y Barcelona. La ciudades se enzarzan en una “carrera a la baja” (race to the bottom) donde se compite por ofrecer condiciones cada vez más atractivas para la empresa externa, rebajando los estándares medioambientales, laborales o fiscales. Lo que importa es ofrecer el mejor “clima empresarial” posible. Asistimos a una especie de espectáculo de la subasta a la baja de las ciudades.

Estos mega-proyectos neoliberales suelen aterrizar como paracaidistas, se imponen y tienen poco arraigo positivo al territorio. Eurovegas representa un modelo de extracción de recursos y riqueza con dudosas contrapartidas. Los números de creación de empleo que las autoridades han anunciado ya han sido cuestionados por las plataformas ciudadanas que se oponen al proyecto (por ejemplo, Adelson tiene a 36.000 directamente empleados en todos sus complejos de tres ciudades del mundo mientras que para el Las Vegas cañí se está hablando 200.000 puestos).

Pero hay más. Los defensores del proyecto también han intentado lavar la cara al megaproyecto diciendo que Eurovegas será más bien un complejo de ocio con énfasis en las convenciones y los ressorts deportivos, y que los casinos supondrán tan sólo el 3% de la superficie del complejo. Sin embargo, en el modelo de empresa de Adelson está claro que el negocio del casino es el motor económico. En Las Vegas, Adelson se especializó en incorporar centros de convenciones, pero los hoteles y convenciones no son más que una estrategia más para retener a cuantos más posibles jugadores/as cerca de las mesas de juego. Y si estudiamos el informe anual de la empresa encontramos que el 75% de los ingresos provienen del juego.

Se vende así como una especie de gran centro del ocio donde las miles de tragaperras en linea o los casinos con forma de réplicas de monumentos son un atractivo turístico: se argumenta por ejemplo que en las Vegas sólo el 13% dice (reconoce) ir a jugar; pero sin embargo el 87% lo hace, lo que tira por tierra la idea del reclamo turístico. Otro modelo de ocio y turismo es posible. 

 

En Macao por ejemplo Adelson ha hecho una réplica de Venecia


Pocos beneficios para un territorio muy castigado por el urbanismo salvaje
                  
Los políticos dicen que este proyecto podría solucionar el desempleo en las áreas donde se ubique pero el hecho que que Adelson ha pedido que se cambie la Ley de Extranjería nos da ya la clave de que muchos trabajadores/as se importarán del extranjero (con todo el respeto a los y las inmigrantes), con peores condiciones laborales y alojados en complejos residenciales desconectados del territorio (Adelson ha dicho que construirán viviendas, pero, ¿para quién, si los trabajadores locales ya tienen casa?). Y además hay estudios que alertan de la adicción de los propios trabajadores/as de casinos al juego.

A todos estos mitos y medias verdades hay que añadir el de que algo así nos va a sacar de la crisis. Estos días tenemos que escuchar como algunos plañen porque Eurodisney no se quedó en Catalunya. Pero ante una afirmación de este tipo cabe preguntarse: “¿Habría evitado Eurodisney la crisis por la que pasa la sociedad catalana?” La crisis actual afecta a pequeñas y medianas empresas, que no se van a ver precisamente beneficiadas por Eurovegas (los y las visitantes del complejo lo harán en detrimento de otros establecimientos); un megaproyecto autoreferencial que busca ofrecer todos los servicios dentro de sus fronteras. Es decir, un parque temático de la succión y extracción de riqueza a manos de muy pocos.
                  
Además, aunque no tuviera ningún “pero” a nivel socioeconómico, se trata un urbanismo ya no poco sostenible, si no anti-sostenible. En España y sobretodo en comunidades como Madrid y Catalunya ya ha habido un sobre-desarrollo urbanístico, construcción descontrolada de viviendas, centros comerciales, aeropuertos, etc. que generan suburbanización, más carreteras y más viajes en transporte privado (ver informe de Greepeace “Destrucción a Toda Costa”). En cualquiera de las dos ubicaciones (Madrid o Barcelona) Eurovegas empeoraría estas condiciones. Y hay que añadir que Adelson ha pedido que las conexiones de transporte con el complejo serían pagadas por las autoridades españolas. Es decir las infraestructuras necesarias para este proyecto privado, pagadas con dinero público.


Marina d’Or es un ejemplo de urbanismo descontrolado, poco integrado y especulativo


La puerta de atrás de los casinos...                  

Poco se ha hablado del impacto medioambiental del proyecto. Independientemente del lugar de destino (que puede tener unos determinados valores medioambientales) la huella per se, de un proyecto de estas características sería enorme, desde su construcción (el cemento es una de las industrias más contaminantes) hasta el aumento de las emisiones de CO2 por los desplazamientos aéreos de los y las posibles visitantes que llegan en avión de otras partes del mundo, o la pérdida de zonas agrícolas, sumideros de carbono. ¿Quién se hará responsable del impacto medioambiental?
                  
Parece que las autoridades españolas, o sea, todos, porque Adelson ya ha pedido que se cubra el 100% de sus inversiones en mejora medioambiental por 5 años. Y por supuesto los vecinos/as de la zona, que van sufrir lo que nadie les compensará: contaminación acústica y atmosférica (por el tráfico aéreo), contaminación lumínica (Las Vegas es la  ciudad que nunca duerme), pérdida de zonas verdes, etc..

Eurovegas no puede ser la solución a la crisis: representa precisamente la clave del problema. El urbanismo neoliberal no es más que la otra cara del urbanismo de la austeridad (desahucios, viviendas vacías e inaccesibles, recortes de servicios, etc.) que miles de ciudadanos/as de España y el resto de Europa están sufriendo. Megaproyectos como Eurovegas están basados en la especulación inmobiliaria y la espiral de deuda financiera (implica más endeudamiento, Adelson ha pedido al gobierno español que le avale un crédito millonario): en resumen, todos los ingredientes del cóctel fatal que han llevado a Europa a la debacle neoliberal sin salida previsible.

No a Eurovegas - ni en Barcelona ni en Madrid


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